miércoles, 3 de agosto de 2011

Sus dientes manchados de café y nicotina hacen de sus mentiras una verdad que no quiero discutir.
Furiosa me jura que jamás me lastimaría. No quiero volver al circo, no quiero dormir en su cama, la mujer barbuda clava sus ojos en mi garganta y la saliva queda atragantada en mi alma.
Aprieta mi mano para no dejarme escapar y promete que voy a volver a amarla como merece ser amada.

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